El invierno es terreno abonado para la aparición de contracturas. ¿Por qué? Pues porque cuando las temperaturas bajan, y el frío aprieta, una reacción natural, casi instintiva, es la de encogernos (sobre todo si no estamos muy abrigados). Al hacerlo, contraemos nuestros músculos de forma involuntaria, y así se favorece la aparición de espasmos y […]