Todas las enfermedades que se cronifican o son incurables conllevan una gran crueldad tanto para quienes las padecen como para quienes los cuidan. Sin embargo, las neurológicas, como el mal de Alzheimer, suponen la marcha inexorable de un ser querido atravesando fases muy dolorosas.

Desde hace un tiempo, la solución a esta enfermedad que cobra más fuerza en la comunidad científica es la de la vacuna para el alzheimer.

La vacuna para el Alzheimer, una puerta a la esperanza

Sin duda alguna, disponer de una vacuna contra el alzhéimer en 2022, según aventuraba la revista científica Alzheimer’s Research & Therapy en noviembre de 2020, supondría el gran avance de la década en cuanto a enfermedades neurodegenerativas. Eso proporcionaría tranquilidad a las personas maduras que temen tanto a este síndrome y que lo ven como uno de los peores males que se puede padecer. Además, llevaría aparejado un importante ahorro económico tanto para las familias como para los sistemas nacionales de salud de los países desarrollados.

Según el citado medio, un ensayo en ratones, efectuado bajo la dirección de Nikolai Petrovsky, obtuvo resultados esperanzadores. La vacuna para el alzhéimer se basa en reducir la acumulación de dos tipos de proteínas, las beta-amiloides y las tau, que, al desnaturalizarse, forman agregados o las placas seniles. Aunque aún se desconoce qué causa esa desnaturalización, sí se sabe que esa acumulación hasta causar la demencia es un largo proceso de años donde tendría cabida esta vacuna si funciona en humanos. Esto quiere decir que se trata de una vacuna preventiva y no curativa, pero supondría una auténtica revolución igualmente.

En definitiva, para los casos diagnosticados la estimulación cognitiva y el ejercicio físico constituyen dos áreas que ayudan a ralentizar el avance de la enfermedad de Alzheimer. No obstante, si todo va bien con la vacuna, este mal será el que pase al olvido.